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Sorrentinos con Salsa Rustica

Sorrentinos con salsa rústica

Naturalmente asociamos las pastas a la salsa de tomate, a nuestro tuco criollo, cargado de ingredientes y sabores, como la salsa bolognesa saturada de carne picada o esas salsas que son más bien estofados, con presas de pollo o láminas de peceto. Y estos tipos de salsas de larga preparación hacen que la sóla idea de cocinar nos de calor, y ni hablar de comerlas.

Con las las altas temperaturas del verano que se acerca, es una pena dejar de lado los canelones, ravioles, sorrentinos y toda pasta rellena únicamente por no deshidratarnos en la cocina. Es por eso que hace unos días con el sol brillando fuerte por la ventana y una temperatura como para tererés a la sombra, nos dispusimos a preparar estos sorrentinos, estábamos necesitando pasta rellena de ricota y lo teníamos que lograr. Y como un ángel caído del cielo, o una alucinación a causa del calor, apareció la solución. Salsa Rústica.

Lo bueno que tiene el nombre es que ya deja entrever que no vas a tener que hacer mucho, es rústica, ninguna cosa delicada, todo como viene. Cinco segundo y afuera. Bueno, no tanto. Es simple, eso sí.

Sorrentinos con Salsa Rustica
Sorrentinos con Salsa Rustica

La historia es rapidísima. Cortas un tomate, le quitas las semillas, lo apretas suavemente para escurrirle un poco el líquido y lo cortas en cubos chiquitos. Limpias un morrón rojo y haces lo mismo, si queres podes agregarle morrón verde también. Colocás un poco de aceite de oliva en una sartén y salteas rápidamente los ingredientes, sólo un par de minutos. Picás albahaca y la esparcís sobre la salsa una vez colocada sobre los sorrentinos. ¡Eso! ¡Los sorrentinos! ¿Te das cuenta? La salsa es tan rápida que tardás menos que en hervir el agua. Y por supuesto, esta salsa rústica es conveniente comerla lo más fresca posible, así que primero encargate de las pastas y unos minutos antes de sacarlas realizá el salteado.

Es un opción rápida, rica, liviana y no te vas a morir de calor cocinando. ¿Que más podrías pedir? Es verdad, un poquito de parmesano recién rallado y un vino blanco bien frío.  ¡Buon appetito!

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