¡Comenzamos un nuevo año! Es increíble pensar cómo nos afecta el simple cambio de un numerito. 2012, 2013, fin. Eso es todo, ni eclipses, ni movimientos polares, ni cielos púrpura, nada. Un número.
Cuando eramos chicos Año Nuevo era una fiesta extra, la segunda parte de la navidad. Ya tenías los regalos, ya nada importaba. Veías nuevamente a los familiares, besos, postres y pirotecnia. En esa inocencia el año nuevo sólo representaba una cosa, cinco días de cuenta regresiva para Reyes. ¡Más regalos!
Ya como adolescentes, el significado va cambiando y la importancia se invierte, sólo querés que llegue el Año Nuevo para juntarte con tus amigos, la Navidad es sólo una previa, el precalentamiento de lo que se viene, y la familia pasa a segundo plano. Los seguis amando, pero más amás la idea de ver el amanecer por tu cuenta, rodeado de quienes vos elegís.
Pasan los años y la cosa cambia nuevamente. Tanta agua bajo el puente, tanto amanecer vivido, tanto va el cántaro a la fuente, que finalmente. Bien, finalmente nada, pero la paciencia y las ganas van cambiando. Y en esto de cambiar numeritos nos ponemos a
analizar lo que no resiste análisis. ¿Cómo llegamos aca?
Los balances, en contabilidad, son buenos, son claros, son precisos, transparentes. En la vida son más como en la política, teñidos de verdades, de «faltó poco», de «estamos trabajando», de «no nos dió el tiempo». ¡Pero el año próximo, ahí si! ¡No me para nadie!
Un número. 2013.
Llegando al final de año mi madre me preguntó si sabía cómo plantar una semilla de palta. No, nada. Y como siempre, a investigar. El proceso es sencillo, punta hacia arriba la colocas en la maceta y esperas. Mucha agua y más esperar. Sino, le clavas unos palillos para mantenerla al borde de un vaso con agua. Vas cambiando el agua y de nuevo a esperar. A veces sale una raíz. Otras mil veces no. Si salió la raiz, algunas veces sale lentamente el tallo. Otras quinientas veces no. Finalmente, una vez que la plantaste en tierra el árbol crece.Los frutos en muchos casos son comestibles. En muchos otros no.
¡Hay que tener ganas eh!
Sin balances de por medio, 2012 fue otro año. Un año de hacer, de trabajar, de vivir, de ilusionar y de soñar. Un año más vivido. Tuvo sus puntos altos y bajos, pero al final, la suma sólo dice «un año más».
Al igual que con la palta, nunca sabremos lo que pasará. Todos queremos ver crecer nuestros frutos, que sean grandes, fuertes, los mejores. Que el árbol nos proteja del sol y del viento, mostrarlo orgulloso diciendo ¡éste lo planté yo!
Nunca sabremos cómo termina la historia, los factores cambian, el entorno cambia, nosotros cambiamos. Lo que sí sabemos es que el proceso no cambia. Agua, paciencia, agua, paciencia, aire, paciencia, tierra, paciencia. Paciencia y constancia. Y si falla, repetir el proceso. Dedicación y amor, amor por hacer, amor por generar, amor por los nuestros. Agua y paciencia…
Cada receta, cada propuesta que hicimos durante 2012 fue para mejorar nuestra gastronomía, nuestra experiencia y nuestra paciencia. Cocinar requiere paciencia, ser el mejor requiere constancia y con la constancia llega la experiencia. Sólo eso.
Agenda Activa está en ese proceso gracias a ustedes. Espero que sigan experimentando junto a nosotros. Nunca sabremos en qué terminará, lo que importa, finalmente, es el proceso. Acompañar, y estar acompañados durante todo el proceso.
Gracias por estar durante 2012, sigamos juntos este 2013. Mantengamos nuestra Agenda Activa.