No hay dudas que es necesario cambiar el ritmo de vida de esta sociedad agitada. Es imperante. Ese cambio de hábitos, ese «bajar un cambio» podría ser el punto de partida para recuperar otra costumbre perdida, la de «dar valor». Porque cuando vas corriendo y ves una flor hermosa perdida en el jarillal, sólo pensás ¡guau, que linda! Si alguna vez nos detuviésemos a ver, la sorpresa sería aún mayor. Una flor hermosa que es parte inseparable de la jarilla y que crece en las condiciones más adversas. La sensación ahora es diferente. El valor otorgado es diferente.
Con los alimentos nos sucede lo mismo. Vemos el producto terminado y ya no pensamos en el detrás. Es como si todo se materializara ante nosotros ¡y envasado! Nada se produce, todo aparece de la nada. Y es una pésima costumbre, porque el valor se lo damos por el precio y no por el costo de su producción. Tenemos la idea de que industrial es barato y artesanal es caro. Y creemos esto porque pensamos únicamente en la escala de producción y no en su calidad.
Ojo que no hablamos de pensar en el productor que ni siquiera vemos, sino en el producto en si. Necesitamos involucrarnos con el producto, con la materia prima, seleccionar y exigir calidad. Revalorizando el producto, el productor es beneficiario directo. Por eso no necesitas pensar en el arduo trabajo del productor, se lo agradeces a través del producto.
Cada una de las notas y recetas dentro de Agenda Activa tienen múltiples sentidos. Conocer un poco más, intentar involucrarnos más con nuestros alimentos, distendernos, disfrutar. Recuperando el placer de cocinar y agasajar a nuestra familia y amigos podemos mejorar un poco esta sociedad. Porque oculto dentro de un plato preparado con tiempo y cariño se encuentran valores que es necesario retomar.
Fin de la filosofía. Vamos al grano. De trigo molido en este caso.
El pan debe ser uno de los primeros productos que descartamos hacer en nuestros hogares. Y ni hablar que ya ninguno de nosotros muele trigo para hacer harina, ese sería un caso extremo. Pero la elaboración del pan goza de ese tinte mágico que pocas preparaciones tienen en la cocina. Mezclás productos básicos que siempre están en la alacena, esperas, amasas un poco, lo ves crecer y lo llevas al horno. Magia, aroma de pan recién horneado. De café con leche y pan con manteca. De sándwich de jamón crudo y queso. De brusquetas de tomates secos y albahaca.
El pan es un producto único, relegado por esta actualidad hipercalórica. ¿El pan engorda? Lo que más engorda es la pésima costumbre del sedentarismo, de no caminar ni cinco cuadras, de largas horas de televisión e internet. Engordan las porciones dobles, no un sándwich de bondiola.
Del pan también tenemos la idea de que hay que amasar mucho, que tenemos que limpiar mucho, que tenemos que cuidarlo mucho. Error. Hoy vamos a hacer pan en 5 minutos. Bien, los cinco minutos son sólo de la preparación, pero la verdad es que después no lleva más trabajo. Comencemos.
Necesitas 700 grs de harina común (6 tazas y media), 750 cc de agua tibia (3 tazas), un sobre y medio de levadura y una cucharada de sal.
La magia de este pan es que no lleva amasado. En un bol disolvés la levadura, la sal y el azúcar, volcás toda la harina y mezclas. Simple. Lo mezclas hasta que se integre bien y listo, no te lleva más de cinco minutos. Te va a quedar una masa muy suave y un poco pegajosa. Cubrís el bol con un paño limpio y dejas levar durante 2 horas. La masa va a doblar su tamaño. En este momento ya podes cocinarla.
Enhariná una fuente para horno, ponete un poco de harina en las manos y corta un bollo de masa. Como la masa es pegajosa es necesario enharinar un poco las masa y tus manos para lograr que no se te pegue, es el único truco. Con la masa entre tus dos manos metes los dedos por debajo, como dejando que la masa escurra un poco por los lados, como metiendo los bordes hacia adentro, muy suavemente. Con este movimiento logras una textura en la parte superior muy suave. Después de hacer esto colocas el bollo sobre la fuente, y le haces un corte en cruz o unos cortes transversales. Estos cortes permiten que la masa se expanda libremente manteniendo la forma original. Si no lo haces, durante la cocción te pueden aparecer «cuernos» o lugares por donde la masa logra liberar la presión interna.
Precalentas el horno a unos 230°C (normalmente es casi al máximo de temperatura) durante 15 minutos y colocas una fuente sobre el piso del horno, la cual servirá como humidificador. Llevas la masa al horno, tiras una taza de agua en la bandeja inferior y horneas durante 30 minutos hasta que la corteza del pan esté firme y un poco dorada. Al sacar el pan del horno colocalo sobre una rejilla para que se enfríe.
La masa que no utilizas la podés guardar hasta una semana en la heladera y vas a poder preparar otro pan rapidísmo, o incluso pizzetas.
Este pan además de rico es muy versátil. Es ideal para el desayuno, en tostadas, sándwiches, brusquetas o para acompañar una rica picada.
Te recomendamos que lo prepares y te sorprendas con los resultados. Después de esto, vas a darle al pan nuevamente su valor.
En este video podes ver rápidamente como hacerlo.
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Receta original de: